Imagina otra noche solitaria en Amsterdam: estás aburridísimo, numerosos encuentros no han valido la pena, por no decir otra cosa. Yo no soy más que una simple cara entre la multitud; pero bajo la superficie está ese... ya sabes...
ese
sentimiento. Yo soy quien puede satisfacer esa necesidad. Sólo tienes que llamarme. Mi sorprendente juventud, con sólo 22 años, unida a mi incomparable necesidad de complacer tus deseos más profundos, son un rasgo poco común, que pocas mujeres tienen. Llámame y te convencerás.