Yo soy la que te espera en su guarida. Cuando vengas a mí dejarás todas tus certezas, tu pesadez, te convertirás en ti mismo para que pueda hacer de ti mi arcilla. Te esculpiré según mis deseos, te dirigiré como se dirige un barco. Única amante a bordo, masajearé vuestras almas, escuchando vuestros deseos y fantasías... Conmigo nada de vulgaridad, entras y mantienes un perfil bajo, aceptas el contrato, con los ojos vendados o cerrados... Entonces tomo el control del juego: imperial, alto, ksensual, artístico y fatal. Con dulzura te haré daño